21 de enero de… 1732

El 21 de enero de 1732 fallece en Alcalá de Henares el historiador y Canónigo de la iglesia Magistral don Miguel de la Portilla y Esquivel.

Miguel de la Portilla y Esquivel, y Canónigo de la iglesia Magistral y Catedrático de Griego de la Universidad de Alcalá, se le conoce y recuerda sobre todo por ser el autor de la obra titulada «Historia de la Ciudad de Compluto vulgarmente, Alcalá de Santiuste, y aora de Henares», editada en Alcalá por José Espartosa, Impresor de la Universidad, en dos tomos: el primero en 1725 y el segundo en 1728.

Miguel de la Portilla y Esquivel nació en Alcalá de Henares en mayo de 1660, siendo el segundo hijo del tercer matrimonio de Baltasar de la Portilla Cierzo, natural de Alcalá, con María de Tendilla, natural de Guadalajara.

Su padre, Baltasar de la Portilla Cierzo, tenía una botica en la villa de Alcalá y tiempo después del nacimiento de Miguel consiguió el cargo de de Visitador de farmacias del Arzobispado de Toledo, a excepción de las de Madrid, que eran visitadas por el Boticario Real.

Volviendo a la historia del protagonista de esta efeméride, Miguel de la Portilla y Esquivel, fue bautizado en la Parroquia de Santa María la Mayor, que estaba ubicada en el lado sur de la plaza del Mercado, actual plaza de Cervantes.

En 1679, con diecinueve años, entró como alumno del Colegio Menor de Santa Justa y Rufina. Curiosamente, en el acto de toma de posesión del manto y la beca que le acreditaba como colegial, le nombraron Secretario del Colegio.

Acabados los estudios consiguió la Cátedra de Griego en la Universidad de Alcalá hasta el año 1691. Volvió a ocupar la cátedra de nuevo en 1695, pero como en ese año no había alumnos de griego, recibió el nombramiento a condición de no cobrar salario y tan solo tener que examinar a los estudiantes que «pasaban a oír Súmulas».

Simultaneó las tareas de la Cátedra con el puesto de Canónigo de la iglesia Magistral de San Justo y Pastor, que le acarreó algún problema de incompatibilidad, sobre todo en 1696. También fue Examinador Sinodal del Arzobispado de Toledo.

Fue un buen orador, pues fue requerido para pronunciar muchos sermones en diversas circunstancias. Una de ella fue con motivo de la venida a Alcalá de Henares del rey Felipe V, en el año 1706.

Miguel de la Portilla y Esquivel sólo hubiese sido un catedrático más de la Universidad de Alcalá si no hubiese escrito su obra más importante, una texto que ha sido capital dentro de la historiografía complutense. Su título es «Historia de la Ciudad de Compluto vulgarmente, Alcalá de Santiuste, y aora de Henares».

Fue la primera obra publicada sobre Alcalá, pero no fue la primera escrita, pues a mediados del siglo XVII ya se había escrito, pero no publicado, el libro «Anales Complutenses».

Miguel de la Portilla tardó más de quince años en escribir su historia de Alcalá.

La obra se divide en tres partes. La primera se publicó en 1725 y trataba todo lo tocante al antiguo Compluto, al castillo de Alcalá la Vieja y al la villa de Alcalá desde entonces hasta ahora.

La segunda parte y la tercera se imprimieron consecutivamente en un único tomo, en 1728. La segunda parte trataba sobre los hijos insignes de Alcalá, especialmente en letras y virtudes. Y la tercera parte sobre de la historia del Convento de Religiosas Carmelitas Descalzas de la Purísima Concepción, vulgarmente llamadas de la Imagen.

Curiosamente, «la III parte fue la primera, que se escribió, dándome esto ocasión a escribir la I y II porque no dijeran, que mis noticias de esta Ciudad de Alcalá se reducían sólo a sucesos de Monjas».

Y volviendo a la biografía del protagonista, hay que decir que tal día como hoy de 1732 Miguel de la Portilla y Esquivel falleció en Alcalá de Henares, siendo enterrado un día después en la iglesia Magistral de los Santos Justo y Pastor.


Más efemérides del 21 de enero:

El 21 de enero de 1551 don Luis de la Cadena, abad de la Magistral de Alcalá de Henares y canciller de su Universidad, es denunciado ante el Tribunal de la Santa Inquisición sospechoso de luteranismo e instigador de la “Apología” de Monroy contra el estatuto de limpieza de sangre.

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