2 de noviembre de… 1888

El 2 de noviembre de 1888 Miguel de Unamuno pasa en Alcalá de Henares unos días visitando a su amigo el padre Lecanda.

Juan José de Lecanda fue un religioso de la Congregación de San Felipe Neri. Nació en Miravalles (Vizcaya) en 1853. Se ordenó sacerdote en 1877, y fue párroco en Traslaviña-Arcentales, cerca de Bilbao. Luego pasó a la Parroquia de San Vicente de Abando, en Bilbao, encargándose de la Congregación de San Luis Gonzaga. A esta congregación pertenecía, siendo el secretario, Miguel de Unamuno, del que fue Director Espiritual y confesor. A él le unió una gran amistad y mantuvieron una larga relación epistolar entre 1894 a 1931.

En 1882 el padre Lecanda se trasladó al Oratorio de San Felipe Neri de Alcalá de Henares, que lo convirtió en uno de los más importantes focos culturales de Alcalá, consiguiendo una magnífica biblioteca y un pequeño museo que tenía, y actualmente tiene, objetos de gran valor artístico.

Y estando el padre Lecanda en Alcalá de Henares, recibió en dos ocasiones la visita de su amigo Unamuno.

Ya que tal día como hoy de 1888 Miguel de Unamuno pasó en Alcalá dos días visitando a su antiguo Director Espiritual y confesor el padre Lecanda. Y justamente en esas mismas fechas, pero del año siguiente, 1889, le hizo otra visita, en ese caso de tres días.

De estas visitas, Miguel de Unamuno dejó un relato de su opinión sobre Alcalá en su libro “De mi país”, que por cierto, no le dejó buena impresión.

Quiero escribir de Alcalá en que tan buenos ratos pasé con usted, mi buen don Juan José, los dos primeros días de noviembre del año pasado y los tres primeros del mismo mes de este año.

No olvidaré mis vistas a la «ilustre y anciana y desvalida patria de Cervantes», como la llamó Trueba. En ciudad tan gloriosa, y con usted por guía hay mucho que sentir y aprender.

Ciudad, significa para mí poblacho triste y lleno de reliquias, empolvadas acaso; villa, cosa de vida y empuje. Me he acostumbrado a personificarlas en Orduña y Bilbao.

Sobre el Escorial adusto se cierne la sombra adusta del gran Felipe; sobre esta ciudad calmosa, la de Cisneros y los arzobispos de Toledo, de quienes fue feudo. Llena está de huellas de la munificencia de los cardenales Cisneros, Carrillo, Borbón, Tenorio.

Alcalá es la continuadora de la vieja Compluto y la viejísima Iplacea.

No voy a hacer historia; quien la quiera de Alcalá, acuda a Palau, a Portilla, a Azaña.

Hoy ha venido a menos la vieja Alcalá de San Justi. La Universidad, vendida con sus anejos por el Estado en 24.000 pesetas, ocupan con su colegio los escolapios; el hermoso palacio de los arzobispos se convirtió en archivo general central del reino, y allí está, en restauración inacabable, con aquel andamio muerto de risa, que esperan a que se acabe de podrir para sustituirlo con otro, que también se podrirá. En la Magistral descansan, en magnificas tumbas, los dos cardenales enemigos: Cisneros y Carrillo.

El cordón franciscano ciñe, tallado en piedra, la fachada carcomida de la gloriosa Universidad Complutense. El recuerdo del pasado hace a todo ello más triste que la realidad presente, y apenas si a los alcalaínos quedan bríos para deplorar la grandeza perdida y salvar sus despojos de la anemia.

En Alcalá es hoy todo tristeza, y si se fuera la guarnición, quedaría desolado el cadáver terroso de la corte de Cisneros.


Más efemérides del 2 de noviembre:

El 2 de noviembre de 1519 el papa León X amplía las prebendas para la iglesia Magistral de Alcalá.

El 2 de noviembre de 1650 se abre el proceso contra los estudiantes y vecinos de la villa de Alcalá por los altercados habidos en ella.

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